Seguramente habrás oído mensajes contradictorios sobre la leche: un día es una fuente de nutrientes y al siguiente un peligro hormonal. La afirmación de que la leche puede alterar el equilibrio hormonal o dañar los huesos es muy común, pero veamos qué dicen realmente los estudios.
Hormonas en la leche: ¿cuál es la verdad?
La leche contiene trazas de hormonas, pero la preocupación de que afecten a la salud humana carece de fundamento.
Hormona del crecimiento (GH): La GH presente en la leche se reduce casi a cero durante las fases de pasteurización y procesado. Además, la pequeña cantidad que queda no tiene actividad biológica en el cuerpo humano. Como proteína, se descompondría durante la digestión como cualquier otra proteína alimentaria.
IGF-1: La concentración de factor de crecimiento similar a la insulina 1 (IGF-1) en la leche es insignificante, y tampoco es biológicamente activo en el ser humano tras su consumo. Curiosamente, la cantidad de IGF-1 en la leche de vaca es comparable a la que se encuentra en la leche materna humana, y la cantidad que circula de forma natural en la sangre de un ser humano es más de 100 veces superior a la que se obtendría de un vaso de leche.
Estrógenos: La leche contiene niveles muy bajos de estrógeno. Una vez consumida, esta pequeña cantidad es descompuesta y desactivada eficazmente por el hígado, lo que significa que no supone un riesgo para el equilibrio hormonal.
Los verdaderos beneficios nutricionales de la leche
En lugar de causar problemas, la leche ofrece importantes ventajas nutricionales para muchas personas.
Proteínas: Un solo vaso de leche aporta unos 7,5 gramos de proteínas completas. Las proteínas completas contienen todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita para construir y reparar tejidos.
Calcio: La leche es una excelente fuente de calcio: un vaso contiene aproximadamente 300 miligramos. El calcio es esencial para construir y mantener unos huesos fuertes, ayudando a proteger contra enfermedades como la osteoporosis.
El verdadero "problema" de la leche
Para la mayoría de la gente, el único problema real de la leche es la lactosa. Muchas personas tienen intolerancia a la lactosa, es decir, son incapaces de digerir correctamente este azúcar por falta de la enzima lactasa. Esto puede provocar problemas digestivos como hinchazón y malestar, pero no tiene ninguna relación con problemas hormonales o de salud ósea.